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(1996) Con su permiso, Don Carlos



1 Volver
2 Silbando
3 Milonga Sentimental (con Juan Perro y Raimundo Amador)
4 Cuesta Abajo
5 Lo Han Visto Con Otra
6 Rubias de Nueva York (con Jorge Pardo)
7 Tomo y Obligo
8 Yira, Yira (con Luis Eduardo Aute)
9 Rosas de Otoño
10 Mano a Mano (con Joaquin Sabina)
11 Ventarrón
12 La Última Copa


Lo que un día fue un divertimento entre amigos, allá en el 86, con gente de Gabinete Caligari y los Coyotes acompañando a Antonio Bartrina, tangista aficionado por aquel entonces, ha ido evolucionando hasta este nuevo disco donde una banda (Malevaje) de excelente calidad acompaña a Bartrina, mostrandonos que su personal "fraseo" ha llegado a la madurez.

El disco está dedicado al inolvidable Carlos Gardel, y está compuesto por 12 hermosas canciones que hiciera famosas el cantante argentino. Canciones rotundas, con letras fabulosas que resisten el paso de tiempo como sólo los clásicos logran hacerlo.

El plástico cuenta además con la colaboración de Juan Perro en "Milonga Sentimental", Joaquín Sabina en "Mano a mano", Luis Eduardo Aute en "Yira Yira", el saxofonista Jorge Pardo en "Rubias de N.Y." y la guitarra flamenca de Raimundo Amador en "Milonga sentimental".

Estos "cameos" son el único "pero" que se le puede poner al disco, pues si bien la participación de Jorge Pardo es fantástica y la del ex-Pata Negra es correcta, la de los otros cantantes, que nada tienen que ver con el Tango, rechinan en contraste con la voz de Bartrina (solo se salva Sabina y por los pelos).

Con todo, se trata de un excelente disco del que seguro Don Carlos Gardel se sentiría orgulloso, cosa que no se puede decir del nuevo trabajo del ¿cantante ? Julio Iglesias, "Tangos", donde malogra grandes canciones con su plomiza voz, aunque seguro que venderá infinitamente más que Malevaje, ¿por qué será ?.


Mano a mano (2ª versión)
Yo era un capo en el ambiente
derrochaba adrenalina,
me presentaba en Corrientes,
tenía palco en el Colón,
manejaba un convertible,
no escatimaba propinas.
Las quimeras imposibles
de otros eran mi rutina.
No había nacido la mina
que me dijera que no.

Pero pucha, un veintinueve
de aquel febrero bisiesto
me vi pernoctando un jueves
en un banco de estación
sin más ajuar que lo puesto,
ni credit-card ni cobija.
Las ratas que huían del barco
del retrato de mis hijas
me afanaron hasta el marco
pensando que era Art Decó.

Las mujeres y la farra
se esfumaron con la guita.
Los muchachos de la barra
no me echaron ni un piolín.
Fidel no tuvo un detalle,
ni el Turco un "¿Qué necesitas?".
Cuando al cabo de la calle
rompí mi caricatura
ni el camión de la basura
tuvo un gesto para mí

Piqué el Movicom a mano
de mi gatita de angora
"No moleste a la señora"
contestó el contestador.
Y aprendí que estar quebrado
no es el infierno del Dante
Ni un currículum brillante
la lámpara de Aladino
Cuando me hablan del destino
cambio de conversación.

Espejismos y placeres
ya no me fruncen el ceño,
ni me cobran alquileres
las mujeres que olvidé.
Bajo el sol que me apuñala
vivo sin patria ni dueño.
Como al aire lo regalan
y el alma nunca la empeño,
con las sobras de mis sueños
me sobra para comer.

¿De qué voy a lamentarme?
Bulle la sangre en mis venas.
Cada día al despertarme
gusta resucitar.
A quien quiera acompañarme
le cambio besos por penas:
bajo los puentes del Sena
de los que pierden el norte
se duerme sin pasaporte
y está prohibido llorar.

(Joaquín Sabina - Carlos Gardel - José Razzano - Celedonio Flores)




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@Tras las huellas de Sabina

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