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Nombres impropios


Nombres impropios
Siempre voy a tenerte que agradecer
que hayas sido conmigo tan embustera
y me hayas enseñado lo que es querer
bailar mientras rodamos por la escalera

Has despejado mis dudas
y has logrado que aprendiese
a ser un perfecto Judas
desde la jota a la ese.

Contigo he comprendido que la humedad
es algo que se seca y se olvida
gracias a ti he sabido que la verdad
es solo un cabo suelto de la mentira

Por eso sé que perderte
no era quedarse sin nada,
la muerte es sólo la suerte
con una letra cambiada.

Embustera.
tu corazón es una cremallera
de Christian Dior
blanqueas emociones,
traficas con botones,
pierdes con mi perdición

Dormir contigo es repetir francés en una facultad
donde un Miró parece una esquela
y enseñan cuánto mide la oscuridad:
sumando pesadillas y duermevelas

No se puede afirmar
que me engañaba cuando me mentía.
se llamaba Osadía
y desde el primer día
tuvo la cobardía de avisar.

Quien tiene siete vidas
y dos ojos de gata callejera
no se va con cualquiera.
De su noche se espera
un broche de promesas incumplidas.

Mejor no equivocarse
no me pidas jamás lo que no doy
ya sabes cómo soy y si quieres me voy
dijo cuando acabo de desnudarse.

Ya ves
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de dinero
se trataba más bien de merecer
un tren de pasajeros,
el tsunami de un mar hecho mujer
dispuesto en cada ola a renacer.
Se llamaba Herejía
cómo voy a saber
si me engañaba cuando me mentía.

Maestra en confundir
al diablo y al rey de los altares,
me citaba en los bares
con fuegos malabares
y luego se olvidaba de acudir.

La mañana y la tarde,
qué vaivén entre alarde y agonía,
todo lo confundía
su swing, porque sabía
mirar como un crepúsculo que arde.

Callada por respuesta
cuando jugué al dolor de corazón.
Su boca era un buzón de voz sin
compasión
dormido hasta la hora de la siesta.

Ya ves,
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de intendencia.
se trataba más bien de comprender
la pura impertinencia
del sol cuando se cansa de asombrar,
del mostrador a la hora de cerrar.
Se llamaba ironía
y no puedo jurar
que me engañaba cuando me mentía.

Ya ves,
llegar a fin de mes
no era firmar un parte de sucesos,
se trataba más bien de envejecer
huérfano de sus besos
con fantasmas que aprenden a
crecer,
abrazos que se mueren por volver,
Se llamaba utopía,
me gusta imaginar
que me engañó cuando se despedía.
que me engañó cuando se despedía.

(Joaquín Sabina)




...


@Tras las huellas de Sabina

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