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Coplas a la muerte de Kowalski



Se escaqueó Marlon Brando,
padrino de mi madrina,
con sus ochenta volando,
eau de sobac, gabardina

con lamparones viudos,
con mantequilla en el recto,
con jadeos sordomudos,
con su pasado imperfecto.

Poca gente lo quería
pero al abajo firmante
le enseñó que se podía
joder a los comerciantes

y engordar y envejecer
como un pirata inclemente
que sabe ser y no ser
eterno y adolescente.

Recuerden su camiseta
de efebo predinosaurio
o aquel solo de trompeta
sin condón ni escrapulario.

Me puso cuernos con Rita,
con Marilyn, con Marlen,
con Vivian y con Sarita,
antes de estar todo a cien.

A más de un putón apache
le alicató el paraíso,
los dioses no ven los baches
del estanque de Narciso.

Yo que no salgo en la foto
del día del orgullo gay
ni me ha tocado en la moto
de paquete de Doris Day,

por calle melancolía
canto el responso del feo,
a la sombra de un tranvía
que se llamaba deseo.

Último tango en París
de huerfanitos gemelos,
qué entierro, qué vis-à-vis,
qué solterones en celo.

La muerte es un ripio zafio
que no desperdicia un tiro,
vaya mierda de epitafio,
quedan Torrente y De Niro.

Joaquín Sabina (julio de 2004)
Publicado en Interviú


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@Tras las huellas de Sabina


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