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Oración descreída para Carmen




No fue madame Curie, ni Pasionaria,
pobre Paquirri, qué malabajío,
pedir la mano de una legionaria
con vicios parecidos a los míos.

Ordóñez, Dominguín, pinchazo en hueso,
Wellwa, Cocteau, Hemingway, genio y miura,
una noche en Sevilla, con un beso
tiró mi Baudelaire a la basura.

Pobre Belén, pobre Fran, pobre Quico,
pobres moritos de la morería,
´dita sea la muerte y el perico
que nos quitan el ya y el todavía.

No me caía mal y bien tampoco,
ni divina, ni Callas Atenea,
si retrato su muerte desenfoco
la suerte porque el luto me marea.

Tú solita te diste malos tratos,
con tu novio, tu amante, tu marío,
el Chuli, el Pai, el Cabra, los contratos,
tu Franco, tu trianera, tu Rocío.

Las malas compañías son las mejores
y las peores... sálvese quien pueda,
lo dice quien se queda en Relatores
aunque los monos se vistan de seda.

Qué Reggianí, qué Gades, qué semana,
qué muerte natural,
qué desvarío,
qué soledad, qué Carmina Burana,
qué manual de ardores contra el frío.

Lo conseguiste, no llegaste a vieja
pescaílla que se muerde la cola,
si una quiere estar viva no se deja
robar una exclusiva inerte y sola.

Joaquín Sabina. Madrid, julio de 2004 (Benditos muertitos)
Publicado en Interviú



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@Tras las huellas de Sabina


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