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El hombre de la calle








El hombre de la calle, ese animal extraño
que habita en las ciudades y respeta las leyes,
que a través de la lluvia, la familia, los años,
nace, crece, trabaja, se reproduce y muere.

El hombre de la calle fue un niño desnutrido
de ojos como platos y piernas como alambres,
el hombre de la calle aún no ha conseguido
olvidar la amargura de los años del hambre.

A falta de una vida tiene algunas costumbres
como diques que opone a la desesperación;
del trabajo a la casa, la comida, la lumbre.
El hombre de la calle ya no cree en el amor.

Ya tiene el hombre todo lo que hay que tener,
mujer que le dé hijos y perro que le ladre.
La mujer de la casa se llama "su mujer".
El hombre de la calle se parece a mi padre.

El hombre de la calle va al cine y se conmueve
con las vidas ajenas de esos dioses paganos
amados dulcemente por hermosas mujeres,
eternamente jóvenes, sin callos en las manos.

La mujer de la casa suspira y plancha ropa,
hace años que el hombre no la besa al llegar,
se beben en silencio los recuerdos, la sopa,
no lloran porque nadie les enseñó a llorar.

Joaquín Sabina

 
 

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