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tras el perfume de sus musas



Para describir con cierto detalle el origen de Joaquín Sabina, persiguiendo el perfume de sus musas,... no encontré artículo mejor que el de Javier Menéndez Flores titulado "Perdonen la tristeza" y publicado por la editorial Plaza & Janés...  (lo he acompañado de una colección de caricaturas de Joaquín Sabina, que seguro serán otra delicia añadida que espero disfruteis)... y Menéndez Flores dice así:

DE VOCACIÓN, ESCRITOR.
El 12 de febrero de 1949, doña Adela Sabina del Campo, ama de casa, señora del inspector de policía secreta don Jerónimo Martínez Gallego, daba a luz en el pueblo de Úbeda (Jaén) al segundo de sus hijos, varón también, quien fue bautizado como Joaquín Ramón Martínez Sabina. El recién nacido vino al mundo en un año en el que España empezaba a salir de uno de los periodos de mayor carestía y penuria de toda su historia (...)

Su libro escolar, plagado de sobresalientes y notables, atestigua que fue un estudiante excelente, casi me atrevería a decir que brillante, lo cual no le impedía subirse a las nubes bastante a menudo -pongamos que en plena clase de religión- para imaginarse a sí mismo como escritor de éxito, un anhelo profesional y vivencial que en su caso siempre estuvo meridianamente claro: "Desde los diez o doce años yo quería, sobre todo, escribir. Fíjate que enfrente de nuestro colegio teníamos el colegio de niñas de las Carmelitas, de las que todos estábamos enamorados, claro, y cuando llegaba la Inmaculada, había un concurso de poesía; bueno, pues yo les hacía las poesías a todas ellas para que concursasen, ¡y todas diferentes! A una, un soneto; a otra, una copla de pie quebrado; a otra, una quintilla..." (...).

APUESTA POR EL ROCK.
A los catorce años forma, junto a otros tres compañeros de estudios, el grupo The Merry Youngs, con el que hace sus pinitos rockeros interpretando, castellanizados, los éxitos de artistas como Elvis Presley, Chuck Berry o Little Richard -cuyas versiones les llegaban a través del grupo Los Llopis y del Dúo Dinámico, de quienes Joaquín era un gran fan-, y que supondría su primer contacto musical con el público brindándole de paso la oportunidad de epatar a las chicas ubetenses mientras trataba de hurtarles, con mayor o menor fortuna, algún tórpido beso propio de la adolescencia.

Hasta que conoce a quien sería su primera novia, Chispa, la hija de un ilustre notario de Úbeda que le inspiró al joven artista incontables versos de amor. Una relación, por cierto, bastante accidentada, ya que el padre de la muchacha se opuso desde un principio a la misma, llevándosela consigo algunos años después (siendo ya Sabina universitario) a Granollers con el fin de apartarla definitivamente de él. Pero el amor de Joaquín hacia la joven le empujó a emprender, en compañía de un fiel amigo, la aventura de ir en su busca, instalándose en una tienda de campaña junto a la casa familiar de su amada. Los dos jóvenes conseguirían escaparse juntos impulsados por el caballo desbocado de la pasión, recalando finalmente en el valle de Arán (en la provincia de Lleida), en donde vivieron unos días de cuento de hadas que permanecen indelebles en la memoria del artista.


UNA GUITARRA Y UN LIBRO
El día en que aprobó cuarto y reválida se produjo un hecho en su vida que él mismo ha referido en infinidad de ocasiones, y que marcó tal vez el comienzo de su decisión de no formar parte jamás de las vidas organizadas. Don Jerónimo quiso recompensar a su hijo con un bonito reloj de pulsera, a lo que él se negó manifestando que prefería una guitarra. Su petición fue satisfecha. En cambio, su hermano mayor sí que aceptó el reloj. Y, según Joaquín, ese pequeño detalle sería el que los empezaría a distanciar: su hermano se acabaría convirtiendo, como el padre de ambos, en policía, y él en cantante.

Una vez finalizado el bachillerato, con diecisiete años, marcha a Granada, matriculándose en la Facultad de Filosofía y Letras para iniciar los estudios de Filología Románica. Allí, fuera ya de las pacatas paredes de su pueblo natal, empieza a respirar una atmósfera de cierta libertad (teniendo en cuenta la represión de la época) y establece contacto con gente que, al igual que él, tenía grandes inquietudes y un deseo ciego de cambiar el mundo. Descubre la poesía desgarrada, brutal y bellísima de César Vallejo y el lirismo triste de Pablo Neruda, autores que -sobre todo el primero- lo acompañarán en forma de sorda letanía el resto de su vida (...).

En el centro, de blanco, durante una manifestación en Londres.

SUBVERSIÓN Y EXILIO
Como todo universitario de entonces, Sabina poseía un espíritu idealista y un marcado sentimiento revolucionario que lo llevarían a participar en un acto seudoterrorista: en 1970, en Granada, colocó en compañía de unos amigos un cóctel molotov en una sucursal del Banco de Bilbao en protesta por el Proceso de Burgos. Si aquel contestatario estudiante hubiera siquiera imaginado que dicha acción cambiaría por completo el curso de su vida, tal vez se lo hubiese pensado dos veces.

A unos días de ser llamado a filas para cumplir el servicio militar, y con la policía pisándole los talones -pues ésta había sido alertada acerca de la identidad de los responsables de la colocación del artefacto explosivo-, hubo de exiliarse a Londres cuando tan sólo le faltaban unas asignaturas para concluir la carrera, residiendo en esa ciudad por espacio de siete largos años (...).

Volvería a poner en funcionamiento el grupo de teatro Juan Panadero -el cual abandonara en Granada, y con el que representó controvertidas obras de autores como Bertolt Brecht (La excepción y la regla) y Miguel Hernández (Pasión y muerte)-, e incluso llegó a dirigir un cine-club en el que se proyectaban películas de Buñuel prohibidas en España, y que eran consumidas con fruición por estudiantes españoles que viajaban a Londres por un fin de semana para empaparse de las ventajas culturales del mundo libre. Entretanto, para subsistir hubo de desarrollar los más dispares trabajos (camarero, hombre-anuncio, camillero en un hospital. Hasta que decide probar fortuna cantando, acompañado de una guitarra, por los restaurantes y bares ubicados en las inmediaciones de Portobello Road, donde residía siempre mientras vivía en Londres (...).

ORDEN DE DETENCIÓN
En uno de ellos, llamado Mexicano-Taverna, llegaría a interpretar el Happy Birthday To You para el mismísimo George Harrison (ex guitarrista de los Beatles), quien celebraba allí su fiesta de cumpleaños. El famoso músico, a pesar de que Sabina no era ni de lejos Marilyn Monroe, le obsequió con un billete de cinco libras que el andaluz ha guardado todos estos años como si se tratara de una reliquia familiar. Astros de la interpretación como Elizabeth Taylor y Richard Chamberlain también se contaron entre su ocasional público.

A finales de 1973 debió de correr el rumor entre las altas instancias policiales españolas de que un tal Joaquín Sabina, que salió de España tres años atrás bajo una identidad falsa, tenía pensado regresar a su país. En un télex remitido a la comisaría de Jaén por el jefe superior de la policía de fronteras, con fecha del 27 de diciembre, se alertaba a las autoridades jienenses de lo siguiente:

"Tan pronto efectúe su entrada en España el cantante Joaquín Sabina, cuyos datos personales se ignoran, deberá ser detenido y puesto a disposición de esta dirección Gral., C. G. I. Social, a la que se dará cuenta en caso positivo por el medio más rápido, así como a ésta de fronteras, haciendo constar su filiación completa. Comuníquese a puertos y aeropuertos".

POEMARIO PROSCRITO.
Durante aquellos años Joaquín colaboró estrechamente con la Junta Democrática de Londres, un grupo sufragado por los políticos de la clandestinidad que contaba con la simpatía y el beneplácito de distintas formaciones políticas internacionales. Sabina, que actuaba para los clientes del restaurante Barcelona, se encargaba de disponer de todo lo necesario para instalar, en el primer piso de dicho establecimiento, a los españoles que, como Raúl del Pozo o José Vidal-Beneyto, se citaban allí para conspirar contra el gobierno de Franco (...).

En abril de 1976 publica en Londres, costeado de su propio bolsillo, el poemario Memoria del exilio, el cual recogía un buen puñado de poemas cantables de corte fatalista que, dos años más tarde, constituirían el grueso principal de su primer disco, Inventario. El libro fue editado por la Editorial Nueva Voz, con una tirada de 1.000 ejemplares que el propio Sabina se encargó de distribuir por el área de Portobello Road, vendiendo hasta el último de ellos gracias a su don de gentes y a las muchas amistades trabadas en el más de medio lustro transcurrido en la capital británica. En un prólogo incluido en él, Sabina justificaba su trabajo del siguiente modo: "No me engaño sobre estos textos, fueron escritos para ser cantados" (...).

Con sus amigos en Cáceres, año 1967.

REGRESO A ESPAÑA.
Por fin, en julio de 1976, Fernando Morán, a la sazón cónsul de la cancillería española en Londres, sería el encargado de proporcionarle a Sabina su primer pasaporte legal, con el cual se dispuso, muerto ya Franco y habiendo cambiado por tal motivo la situación política en nuestro país, a regresar a la tierra de origen, tan añorada durante sus años de exilio. Aunque dicha vuelta no se produciría hasta unos meses después, estrenado ya el año 1977.

Para Joaquín Sabina, la etapa londinense fue, sin ningún género de dudas, decisiva en su formación como artista, ya que le posibilitó el acceso a un tipo de cultura y modo de vida que jamás hubiera podido siquiera imaginar en la España franquista, y que, a su regreso a la tierra natal, le situaría a años luz del resto de sus colegas españoles.

En una entrevista que le realicé para el semanario Interviú en octubre de 1997, cuando le pregunté de qué modo habían influido en él los siete años transcurridos en Londres, me contestó lo siguiente: "Me influyeron muchísimo. Son unos años en los que no cumples años. Estás siempre pensando `se va a morir Franco y voy a volver', y llevas una vida transitoria, en la que no echas raíces; no construyes casa ni acumulas dinero e, incluso si tienes novia, piensas que no es para siempre porque volverás. Lo cual es estupendo, porque te da una sensación de provisionalidad fantástica.

UN SALVAJE ILUSTRADO.
En una entrevista publicada en Cambio 16 a principios de 1986 Sabina definía a su familia del siguiente modo: "Yo pertenezco a una de esas familias honestas, avaras y cristianas hasta la médula que no son ni chicha ni limoná, y que se quitan el dinero de la comida para que el hijo vaya a un colegio decente. Y esa tristeza de la infancia la tengo metida en el alma, y es un frío del que huyo desde siempre buscando calor".

Tal vez por eso sus canciones nos revelan que, tras ellas, se esconde un ser aterido a la búsqueda constante del amor, del beso, de la mano amiga. Alguien que se mueve, motu proprio, por entre una galería de personajes que vienen a simbolizar todo aquello que nos aterra -la soledad, el fracaso, la locura-, tratando de hallar en medio de ese paisaje desolador, de ese terreno estéril, una imposible flor que lo inunde de belleza y de luz, que lo aleje por siempre del dolor. ¿Es acaso un masoquista? ¿Un suicida? No. Simplemente un jugador. Por eso renunció desde bien pronto a la seguridad de un empleo fijo, a la dudosa armonía de la familia convencional, al mismísimo Dios (...).

SU PRIMER CONTRATO.
En sus últimos meses de vida en Londres conoció a Lucía Inés Correa Martínez, una argentina que andaba buscándose las habichuelas por tierras británicas y con la que enseguida se amancebaría, volviendo a España juntos en calidad de pareja.

Acuciado por la necesidad -aunque es de suponer que tampoco estaría tan a disgusto con la susodicha cuando decidió pedirle la mano-, propone en matrimonio a Lucía y ésta dice "sí, quiero". La ceremonia de enlace, eclesiástica, tuvo lugar el 18 de febrero de 1977, y a la misma acudió la familia al completo de Joaquín, el hijo pródigo que mientras estuvo viviendo en Londres no se dignó enviar a sus padres ni una sola carta tranquilizadora en la que les pidiera, mediante cuatro escuetas líneas, que no se preocupasen por él (...).

Cuando aún se hallaba cumpliendo el servicio militar, le visitan de la casa discográfica Movieplay, la cual ya sabía de su existencia a raíz de que alguien de la misma asistiera a uno de los conciertos que Lluís Llach diera en Londres, y en el que Sabina actuó como telonero suyo. Firma con ellos un contrato -su primer contrato discográfico- y desde entonces cuenta los minutos de cada hora de los días sucesivos al acuerdo musical con la impaciencia de quien sabe que va a realizar por fin aquello que durante tanto tiempo ha estado esperando (...).

EL DEBut DE UN REACCIONARIO.
La opera prima de Sabina, Inventario, estaba lastrada de innumerables tics propios del cantante protesta (a fin de cuentas, la mayoría de las canciones en ella incluidas fueron escritas en el último año que el cantante pasara en Londres, un momento en el que estaba imbuido de toda suerte de consignas izquierdistas), y, al poco de salir al mercado, el propio artista, viendo que se avecinaban imparables aires de renovación tanto en lo social como en lo musical (ambos aspectos están íntimamente ligados), comenzaría poco a poco a despojarse de la careta de cantante cariacontecido y llorón para adoptar una personalidad de cínico-irónico-escéptico-vividor que afilaría hasta el máximo en los años sucesivos, exportando una sugerente imagen que, por extrema y audaz, conseguiría enganchar a todo tipo de personas que verían en el sui géneris modo de hacer sabiniano un lugar común (...).

Con Javier Krahe, en el bar La mandrágora.

LA MANDRÁGORA
 Finalmente, acabaría dando con sus festivaleros huesos en el bar La Mandrágora, un pequeño local situado en la Cava Baja madrileña (ya tampoco existe) que llegaría a cambiar su vida hasta el punto de que, gracias a sus actuaciones allí (primero como solista, cuyo espectáculo se anunciaba con la coletilla de "canción poético-festiva-erótico-vecinal", y más tarde acompañado de los calaveras Javier Krahe y Alberto Pérez), su carrera musical terminaría encauzándose.

Y es que ya nada quedaba en Joaquín Sabina del tímido universitario con utópicas pretensiones de cambiar el mundo, ni de aquel asustado español exiliado en Inglaterra que, para sobrevivir los primeros meses en un país cuyo idioma desconocía, hubo de encomendarse en cuerpo y alma al alma y al cuerpo de la inglesita con la que, por aquel entonces, compartía caricias y agarradas a partes iguales (...).

Pues bien, Sabina llega a La Mandrágora (como Francisco Umbral al Café Gijón) junto a Javier Krahe. En un principio, ambos actúan por separado y se incordian mutuamente de vez en cuando en sus respectivas apariciones. Pero al poco descubrirían en la coyunda Krahe-Sabina un filón asaz lucrativo/creativo (...).


SU SEGUNDO DISCO.
Acuden de la CBS a La Mandrágora y asisten, estupefactos, a un espectáculo inusual: la gente se lo pasaba bomba con las canciones y la ocurrencia del ejecutante, el cual aunaba en su repertorio equilibradas dosis de desencanto, cachondeo e ironía; poseyendo además la incisiva mirada de un fino observador de su entorno que era capaz de extraer, de entre toda la paja de la rutina diaria, la preciada aguja de la singularidad. Y así surgiría Malas compañías, que, a pesar de ser su segundo trabajo discográfico, bien pudiera considerarse como su verdadero estreno musical. Ya que en él se dan cita, por vez primera -tratadas con una madurez de la que carecían los híbridos esbozos de poema y canción que conformaron Inventario-, muchas de las constantes sabinianas, como la soledad, la pérdida de la inocencia, el retrato urbano (con guiños chelis y barriobajeros) y el entusiasmo indisimulado por la mera existencia (a pesar de tener plena consciencia de que "vivir es ir muriendo poco a poco", como reza uno de sus poemas posteriores) (...).

PONGAMOS QUE HABLO...
 (...) Y llegamos por último a Pongamos que hablo de Madrid, un título que se convertiría al poco de su nacimiento en el eslogan más famoso de la capital del reino -por delante incluso de aquel Madrid me mata creado en el epicentro de la movida-, siendo utilizado en infinidad de artículos periodísticos y empleándose en todo tipo de conversaciones como un inmejorable comodín para aludir a la ciudad que en él se encierra. Incluso el Ayuntamiento matritense utilizó esta canción como banda sonora del plan denominado Recuperar Madrid, que bombardeó las emisoras de FM del foro. El tema lo hizo famoso, antes que el propio Joaquín, el ya fallecido Antonio Flores (...).

Al poco de comenzar el 82, Alberto Pérez se escinde de los mandrágoras, retirándose a su Sigüenza natal a cuidar de una granja. Sabina y Krahe continuarían dando conciertos al alimón con el mismo repertorio, acompañados de vez en cuando por la vocalista Teresa Cano, vieja conocida de ambos. La ausencia de Pérez no variaría gran cosa el tirón que tenían, pues si bien éste aportaba humor e interpretación al espectáculo, en Sabina y Krahe se sustentaba el peso de la canción.

SOLITARIO E IMPARABLE
Cuando Sabina y Krahe deciden separarse de mutuo acuerdo, Joaquín entiende que ha llegado el momento de llevar a la práctica sus hasta entonces represados anhelos rockanroleros. A raíz de la polémica y beneficiosa intervención televisiva en Esta noche, y de las posteriores y exitosas actuaciones por todo el país llevadas a cabo con Alberto Pérez y Javier Krahe, primero, y con Javier Krahe y Teresa Cano después, ya se había hecho con la suficiente popularidad como para empezar a funcionar por su cuenta. De ese modo, empieza a actuar con la que sería su primera banda, Ramillete de Virtudes, y a su viejo repertorio comienza a añadirle nuevas composiciones que le salen cada vez más moviditas, más cañeras y marchosas, como Pisa el acelerador y Juana la Loca, canciones que, poco después, formarían parte del que sería su tercer elepé (sin contar aquel ménage à trois llamado La Mandrágora), Ruleta rusa (...).

Se puede afirmar sin temor al yerro que en España el año 1999 fue, en lo musical, el año Sabina. Su magnífico álbum 19 días y 500 noches le aúpa a los primeros puestos de las listas de ventas apenas sale al mercado, y su increíble capacidad para cambiar de registros -en esta ocasión con el tema que da título al disco, una pegadiza y canalla rumba de desamor y disipación que engancha a todos aquellos que la escuchan y que se convierte una vez más en himno urbanita- le consagra definitivamente como un autor heterodoxo al que no se puede incluir en ninguna de las categorías musicales existentes, pues toca todos los palos y demuestra en cada nueva incursión una maestría que, en su caso, parece provenir de lo más profundo de sí; de un talento innato (...).

SÓLO MÚSICA
Volcado por completo en la música desde hace ya algunos años, ha delegado el resto de las funciones de la vida doméstica en otras personas, con lo cual, hoy por hoy, su existencia se limita a escribir y actuar. Desconoce por completo cuánto dinero posee -es consciente de que gana bastante, pero jamás se ha ocupado del estado de sus cuentas y, por tanto, no tiene la menor idea del líquido de que dispone en el banco-: lleva una tarjeta visa oro con la que paga cuanto gasta, y, cuando necesita algo que sólo puede ser obtenido de día (él se levanta siempre alrededor de las ocho de la tarde y vive, salga o no de casa, por la noche), se lo solicita a su secretaria y asistente personal, María Ignacia Magariños, y ésta le resuelve la papeleta en un santiamén.

En ese sentido, es tal su desvinculación con los trámites de la rutina diaria (bancos, compras, burocracia en general...) que si de repente le faltaran las personas que se encargan de todos sus asuntos personales no sabría qué hacer, estaría perdido.
...

En otros de los artículos y referencias sobre Sabina, publicados en la red, se describen también sus senderos profesionales y que se podrían resumir así:

Cantautor canalla, poeta urbano, Sabina es uno de esos artistas que dicen lo que piensan, piensan lo que dice y son políticamente incorrectos....
La historia de Joaquín Sabina comienza en 1949 en Úbeda, Jaén. Hijo de un hombre del traje gris, su padre era policía, en su adolescencia agarró una guitarra, comenzó a escribir versos y a tocar con unos amigos. En plena etapa universitaria tuvo que poner tierra de poner y se exilió en Londres a consecuencia de una protesta contra la situación política en España. Allí el mundo a cambio de una canción le dio un plato, un beso y un colchón; colaboró con otros exiliados en movimientos culturales y teatrales e incluso tuvo el premio de cantarle cumpleaños feliz a George Harrison.

A su regreso a España en 1977 se vió obligado a cumplir el servicio militar. Y por fin al año siguiente, tras algunos años componiendo y tocando en locales, publicó Inventario, su primer disco. En este álbum se incluía uno de los temas míticos de Sabina, Pongamos que hablo de Madrid.

Tras Inventario llegaron Malas compañías y La mandrágora, discos que levantaron pequeños escándalos a causa del contenido de algunos de sus temas. En estos álbumes Joaquín Sabina ya dibuja los personajes que le acompañan a lo largo de su carrera: gente de mala vida, o buena, según se vea, atormentados siempre por la realidad del fracaso y sacudidos por el fantasma de la melancolía. Prostitutas, borrachos, delincuentes, hombres y mujeres a las que les robaron su corazón y el mes abril. Todos ellos políticamente incorrectos, al igual que su creador, pero tan reales que todos en alguna ocasión les hemos puesto nombre.

A mediados de los 80 Joaquín Sabina lanza discos como Hotel, dulce hotel o El hombre del traje gris que dejan patente que estamos ante uno de los grandes compositores españoles. Ya en los 90, con una voz cada vez más cascada pero más auténtica y un talento descomunal, que crece y crece sin encontrar techo, nos deja Mentiras piadosas, Física y Química, Esta boca es mía o Yo, mi, me, contigo. El proceso creativo de Joaquín parece no tener fin y como se puede comprobar en 19 días y 500 noches su voz cascada le aporta mayor autenticidad a esas canciones que en muchas ocasiones parecen cantadas con las entrañas.

En el 2000 grabó un doble álbum compuesto por un CD con canciones acústicas y otro con canciones eléctricas, las canciones del CD “Nos sobran los motivos” fueron grabadas en directo.

En agosto del 2001, Sabina sufre un leve infarto cerebral.

En septiembre del mismo año aparece el libro de poemas "Ciento volando de catorce”.

Tras recuperarse de una grave enfermedad, presenta un nuevo disco de estudio: 'Dimelo en la calle'. Grabado entre octubre del 2001 y septiembre del 2002, la producción fue realizada por dos fieles colaboradores y conocedores de Joaquín Sabina, como son Antonio García Diego y Pancho Varona. El disco cuenta con la colaboración de Pasion Vega a los coros de "La canción más hermosa del mundo" y la de Santiago Segura que canta a dúo con Sabina "Semos Diferentes", canción que se incluye como Bonus Track.

En el 2002 publica el libro "Reflexiones sobre José Tomás". El 28 de octubre aparece el disco " Dímelo en la calle ", que se da a conocer con el single "69 punto G". Paralelamente, se publica "Con buena letra", un recopilatorio de letras acompañadas de ilustraciones y comentarios del autor. El 16 de diciembre sale a la venta el maxi single "Benditos, malditos", que incluye dos versiones de este tema (en una de ellas Sabina recita un verso de Cortázar), otro tema inédito (A vuelta de correo) y una pista multimedia con el vídeo de su primer single "69 punto G". "Benditos malditos" tiene un fondo tecno cuya letra está basada en dos sonetos de Sabina.


En 2003 publica "Diario de un peatón", un doble CD que incluye su último disco, "Dímelo en la calle" y otro CD con 12 nuevas canciones y sus dos últimos videoclips en una pista multimedia interactiva. Todo en un formato de lujo con un libreto ilustrado por el propio Sabina.

En el 2004 Sabina continúa recuperándose de su malestar y sale a la venta el disco “Todos hablan de ti”, aunque él mismo asegura que le da terror volver a pisar un escenario. Después de tres años sin nuevas canciones, Joaquín Sabina vuelve con un disco claramente conceptual: “Alivio de luto”. El single elegido como anticipo del mismo es "Pájaros de Portugal", un tema con letra de Joaquín Sabina y música de Pancho Varona y Antonio García de Diego.

Alivio de luto (2005), marca el fin de esta depresión y junto con su regreso a la carretera con la “Gira Ultramarina” ha supuesto el retorno del artista después de más de 3 años de inactividad, durante esta gira se rodeó en el escenario de Pancho Varona, Olga Román, Antonio García de Diego y Pedro Barceló.

En el año 2006, tras concluir la Gira Ultramarina, comienza otra serie de conciertos bajo el nombre Carretera y top manta. Esta referencia a la piratería musical le lleva a un agrio enfrentamiento con el cantante Ramoncín, miembro de la junta directiva de la SGAE.

La gira tuvo carácter eléctrico y se realizó en grandes escenarios, comenzando en Gijón (resarciéndose así de lo que él mismo llamó «gatillazo») y terminando a finales de año, después de recorrer gran parte de la geografía española, en Sudamérica.

Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat durante su gira Dos pájaros de un tiro en Quito (Ecuador).Ese mismo año aparece un nuevo libro de entrevistas con Sabina bajo el título Sabina en carne viva. Yo también sé jugarme la boca. Su autor es Javier Menéndez Flores, que ya escribió otro anterior, Perdonen la tristeza, en el año 2000. El nuevo libro fue un éxito de ventas, aunque estuvo momentáneamente apartado de las librerías por motivos de lucha editorial. Al mismo tiempo, comienza a colaborar con la revista Interviú, que le cede la tercera página para publicar sus sonetos.

En octubre de dicho año recibe de manos del rey Don Juan Carlos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Un mes después, en noviembre, se publica una antología llamada Punto... y seguido, que, en formato de doble caja (18 CD y 2 DVD), incluye todos sus discos más colaboraciones, directos y rarezas.

En 2007 realiza una gira junto a Joan Manuel Serrat llamada Dos pájaros de un tiro, que comienza el 29 de junio y que los lleva por 30 ciudades españolas y 20 americanas. (nosotros estuvimos viéndolos en el concierto que dieron en Málaga -Encar, Fer, Gonzalo, Elda, Auxi y yo-) En ella, el catalán interpreta las mejores canciones del ubetense mientras éste hace lo propio con el repertorio del noi del Poble-sec. De los conciertos celebrados en Madrid se graba un disco en directo y un DVD con más material que es puesto a la venta en diciembre de 2007.

En ese mismo año compone la banda sonora de la película Un mundo para Julius, basada en la novela homónima de Alfredo Bryce Echenique, que interpretarán Ana Belén y Luz Casal- También saca a la venta Esta boca sigue siendo mía, segunda parte de los sonetos publicados para Interviú, y A vuelta de correo, epistolario publicado en la editorial Visor que recoge la correspondencia entre el cantautor y diferentes personalidades como el subcomandante Marcos o Fito Páez, entre otros.

En 2008, el director neerlandés Ramon Gieling dirige una película sobre la vida de Joaquín Sabina titulada «19 días y 500 noches» y cuyo tema principal es la depresión que sufrió hace unos años. Ese mismo año se cocreta la reconciliacion y posterior encuentro entre Sabina y Fito Páez. Fito invita a Sabina a su recital en Madrid y juntos graban una versión de «Contigo», que está incluida en el último CD del artista argentino titulado No sé si es Baires o Madrid. El encuentro está registrado también en el DVD que acompaña al disco.

El 5 de marzo de 2009 se anuncia la concesión a Joaquín Sabina, junto a José Tomás, Raúl González Blanco y Paloma O'Shea, de la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid que otorga anualmente el Ayuntamiento como reconocimiento a personajes públicos que han contribuido con su trabajo a fomentar la buena imagen de la ciudad. El galardón lo recibe el 15 de mayo del mismo año. El 17 de noviembre de ese año publica su decimoquinto álbum de estudio, titulado Vinagre y rosas y cuyo sencillo, «Tiramisú de limón», es cantado junto al grupo Pereza, el cual se encarga además de ponerle música así como de los coros y la producción. Para presentar este nuevo álbum inició una gira en Salamanca, donde dio sus 2 primeros conciertos los días 20 y 21 del mismo mes. Esta gira, según ha afirmado, será la última que realice por grandes escenarios.

Y para terminar este viaje a través de la vida de Joaquín Sabina, ahora en el 2010, os puedo contar que hace pocos días , el 20 de enero del 2010, apareció esta crónica en el referente.es:

El cantautor español Joaquín Sabina reconoció ayer que le excita tocar en el mítico estadio La Bombonera de Buenos Aires y que, aunque el concierto que va a dar allí el miércoles será más sobrio que en otras ocasiones, tratará de poner el corazón en una ciudad de la que ha sido siempre "un enamorado".

El andaluz, que se encuentra en Argentina para presentar su trabajo más reciente, 'Vinagre y Rosas', confesó en rueda de prensa que aunque lo que le "anda saliendo del corazón hace rato es tener una relación más íntima y más directa con el público", lo está pasando "tan bien" en esta gira que no sabe si finalmente será la última "de grandes escenarios" como había prometido.

Después de pasar por las ciudades de Trelew, en la Patagonia argentina, y de Junín, en la provincia de Buenos Aires, Sabina llega a la capital argentina para ofrecer un concierto junto al grupo español Pereza, con los que compuso el primer sencillo de su disco, 'Tiramisú de limón'.

Según informa Efe, para el recital que ofrecerá el miércoles en el estadio de Boca Junior -equipo del que es seguidor, aunque reconoció que su "Boquita no está en su mejor momento"-, Sabina prometió un espectáculo sobrio, despojado de grandes luminarias y otras estridencias.

"Sólo somos nosotros, que somos muy poquita cosa, pero trataremos de poner el corazón", afirmó. Igual no faltará un homenaje a todos aquellos colegas argentinos que han fallecido recientemente, como Sandro y Mercedes Sosa, y a amigos como el dibujante Roberto Fontanarrosa y el periodista y conductor Adolfo Castelo.





Referencias al paso de los años
En este último disco, el cantautor hace referencia a su edad y al paso de los años, con los que está empezando a descubrir "el placer de desayunar o de dormir la siesta", y a ver que el día no está "tan mal".

Antes, cuando vivía de noche, "la vida era más al límite y más peligrosa, pero mucho más divertida, no sabía uno dónde iba a despertarse ni con quién", reconoció.

Para él, el mito de que los años aportan sabiduría no son más que "imbecilidades", ya que a sus 60 años únicamente se ve más viejo, "con muchísimos miedos a envejecer" y a morirse.

"Nostalgia no tengo, pero sí memoria. Ahora vengo a Buenos Aires y no puedo prenderle fuego ni salir por las noches", lamentó.





Las rosas de Argentina, "su capital intelectual"

Para él, las "rosas" de Argentina son "su capital intelectual, moral, ciudadano, vital, poético, tanguero y lírico", mientras que el vinagre son "los malos gobiernos y la terrible corrupción, y un país que nunca acaba de levantarse porque otra vez lo joden".

"Ha sido siempre un disparate pero a mí siempre me ha gustado porque yo también soy muy disparatado. Yo sé que con el caos se sufre mucho pero a mí me gusta esa mezcla de caos y, al mismo tiempo, de vitalidad, de alegría y de cultura, de esa clase media culta a la que están jodiendo y proletarizando todo el tiempo", denunció.

"Yo he sido siempre un enamorado (de Buenos Aires), no me hagan ponerle peros. La quiero tal y como es, tal como yo quiero que sea", añadió.





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@Tras las huellas de Sabina


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