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Ciento volando de catorce - (2001)





Joaquín Sabina nos publica este precioso libro de autobiografía en forma de sonetos en la editorial: Visor, dentro de la colección: “Visor poesía”. Luis García Montero escribe el prólogo y entre otros temas precisa: "El mundo de Joaquín es real y matizado porque surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos. El vitalismo de sus consignas procura darle la vuelta a los relojes y a las palabras...". En este libro Sabina transmite todas sus emociones a lo largo de cuarenta años.

Este año se abre con una mala noticia: “… a Joaquín Sabina le toca pagar sus excesos. Medio cuerpo paralizado y una advertencia: modérate, que ya no eres un chaval. Vida monacal. Se acabó el rock and roll. ¡Qué terrible paradoja! Tú, que siempre has cantado a los vicios, ahora te piden abstinencia”.

Pero no hay mal que por bien no venga. Y, como estas noches ya no son como las de antes, escribe Ciento de catorce volando, un libro de poemas. O mejor dicho, de sonetos. Sabina juega de nuevo a reinventarse a sí mismo. ¿Se puede ser poeta y juerguista? ¿Intelectual y gamberro? ¿Icono cultural y canalla? Obviamente, sí. Se puede y se debe.

Pero saca el libro y tiene una magnífica acogida entre sus seguidores más acérrimos, que ven en sus páginas una nueva forma de disfrutar de Sabina. Incluso algún representante del intelectualismo academicista le da su visto bueno. Pero la mayor parte de estos últimos callan, le ignoran. Saben, mejor que nadie, que las palabras sólo se combaten con palabras. Y que para ganar esa partida es necesario poseer más talento, descaro y valor que el contrincante. En consecuencia, la mejor táctica es no darse por enterado.

Este libro de poemas también se edito en Visor Libros, en formato de lujo., En el 2002 se editó la tercera edicción con tapas rústicas ilustadas por la editorial con solapas de 20x12 cms y 142 páginas. El prólogo se encargó a Luis García Montero.El mundo de Joaquín es real y matizado porque surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos. El vitalismo de sus consignas procura darle la vuelta a los relojes y a las palabras. Cuando camina, lo mismo que cuando baila, no hace otra cosa que soñar con los pies, perseguir en los horizontes de la lentitud un argumento seductor para la defender la prisa. Y Joaquín resulta convincente porque su mundo personal es fruto de una experiencia colectiva, recuerdo de unos años en los que había que correr para escapar de la mediocridad, la sopa triste, la moral de las mesas de camilla y los argumentos asumidos a golpe secreto de renuncias personales.








@Tras las huellas de Sabina

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