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Noventa marzos pedestres contra medio siglo ecuestre





La noche que celebrába-
mos tus noventa primeros,
la grúa descabalgaba
del caballo de Espartero

al general que ganó
la guerra más incivil
y después nos aplicó
la ley del garrote vil.

Tres eran tres, tú el primero
que se quedó, señoría,
de pie cuando entró Tejero
parodiando a un tal Pavía.

En Cortes voz ilustrada,
hoz mellada sin martillo,
rojigualda apolillada,
falda morada sin brillo.

Durante la transición,
al borde del precipicio,
más que la revolución
te tocó hacer sacrificios.

Leninista descastado,
domador del extremista,
confesor de mi pecado
imberbe-anarco-trotskista.

En el post-estalinismo
dejaste el marxismo en bragas,
funámbulo de ti mismo,
del Che, de Anguita, de Praga.

La baba del miserable,
Cuelgamuros, Paracuellos,
arenga el ruido de sables
que mata los matasellos.

Pero entre la Pasionaria
y Alberti, qué rojo lobby,
contra la grey libertaria
catilinarias de Coby.

Santiago y la flor de lis
con cigarrillo y peluca
practicando un vis a vis
como Carpanta y Manduca.

Más de una vez fuimos juez
y parte de tu persona
pero a los ochenta y diez
la chochez se nos perdona.

Ítem más, echando un ojo:
Chávez, Castro, Lula y cia.
a este ex combatiente cojo
no le ofrecen garantía.

Flagelo del desgobierno
Suárez, Pepito Grillo,
a las puertas del infierno
aváleme usted, Carrillo.

Joaquín Sabina. Ruinas del muro de Berlín, marzo 2005
Publicado en Interviú

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@Tras las huellas de Sabina


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