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Y dos ciudades más



Bagdad

El ladrón de Bagdad luce un careto
hipotenusa, Bono–Bush, tejano,
vértigo funeral del buen cateto,
brother de la paisana del gusano.

Y, sin embargo, el musulmán discreto,
ni talibán, ni jeque, ni pagano,
dice que el catecismo está obsoleto
como el Corán, venablo anticristiano.

Sin norte vago yo por las ciudades
con la fiebre del oro negro en vena,
cicatriz de un volcán de lava fría,

del laberinto de las soledades
doy fe de vida póstuma y ajena,
destino Irak, calle melancolía.



Lima

Lima la horrible, César con garúa,
guerra sin declarar, jardín cercado,
cerradura de llave con ganzúa,
Casuarinas, Barranco, Leoncio Prado.

Lima la dulce, flor de la canela,
alazanes de paso marinero
Chabuca, fina estampa, duermevela,
Martín de Porres, Cristo milagrero.

Anticuchos, semáforos, cholitas,
chinganas, escribanos, pirañitas,
panza de burro, cielo hipotecado,

buganvillas, huachafos con corbata,
coronados laureles de hojalata,
último tren de los Desamparados.

Joaquín Sabina. El dorado, diciembre 2004
Publicado en Interviú

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@Tras las huellas de Sabina


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