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Décimas de la oficina






A una mesa de oficina
donde se trabaja poco,
me senté con cuatro locos
a quemar adrenalina.

Alimentó mis caderas,
con polkas marineras
décimas y trovadores,
un trío de tres profesores
tocando como dios manda
valses de Chabuca Granda
que curan los sin sabores.



Luego fuimos a una boda
en el barrio de quién sabe,
las puertas no tenían llave
ni cristales las ventanas,
bailaban todos con todas,
los pitucos con las negras,
la chinita con el huero.

Cómo sería la jarana
que hasta mi suegro y mi suegra
se marcaron un bolero
a las seis de la mañana.

Joaquín Sabina

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